martes, 31 de marzo de 2009

Muertes Interdepartamentales


Al principio, nadie se extrañó de que Godofredo siguiera sentado en su mesa cuando sonaron las tres el viernes por la tarde. Había que entregar un informe urgente antes de las seis y media, y no era la primera vez que tenía que quedarse unas horas más de la cuenta para poder cumplir los objetivos marcados. Godofredo era un hombre muy responsable.

Mientras sus compañeros salían, pensando ya en el inminente fin de semana, alguien comentó que debido a un cambio en el organigrama de la empresa, Godofredo había cambiado de área y ya no reportaba al mismo Departamento que los demás. De hecho, el cambio había entrado en vigor a las 12 del mediodía, por un inexplicable motivo legal. Por la mañana había entrado a trabajar en Organización, y ahora formaba parte de Planificación Estratégica sin haberse levantado de su silla. Sin embargo, el cambio físico a un nuevo lugar de trabajo no se realizaría hasta unas semanas después.

El fin de semana pasó rápido, y el lunes, los más madrugadores, se encontraron a Godofredo sentado delante del ordenador. Parecía que la incorporación al nuevo puesto había venido acompañada de gran cantidad de trabajo atrasado. Laura dejó caer mientras se tomaban un café a media mañana que lo veía muy pálido, como si no hubiera descansado lo suficiente. Pablo incluso afirmó que olía mal y que llevaba la misma ropa que el viernes. ¿Se habría quedado todo el fin de semana trabajando en la oficina?

Cuando Olegario se acercó a su mesa antes del almuerzo para que le aclarara una duda relativa a su antiguo puesto, vio que Godofredo estaba un poco estático y no respondía a sus preguntas. Sólo entonces se dieron cuenta de que estaba muerto.

El problema era que no conseguían ponerse de acuerdo sobre el momento de su muerte. Alguien insinuó que cuando se fueron el viernes estaba igual de rígido, y que habían tomado su hieratismo como una muestra de concentración, cuando en realidad no había sido más que una manifestación del rigor mortis. ¿Había dicho algo cuando se despidieron de él? Nadie lo recordaba. Entonces, ¿lo habían dejado muerto al marcharse el viernes? ¿O había muerto a lo largo del fin de semana?

Rápidamente se llamó al Director de Organización, que al conocer la situación derivó el asunto al Director de Planificación Estratégica, ya que Godofredo dependía de él. Éste no tardó en personarse en la oficina, y tras una acalorada discusión con el Director de Organización concluyó que la causa de la muerte había sido provocada por las tensiones que su anterior puesto le habían producido, y que moralmente, debía ser Organización quien se encargara del cadáver. El Director de Organización replicó que él no entendía nada de moral, pero sí de legislación, y que no correspondía a su departamento hacerse cargo de un cadáver ajeno. Como la discusión volvió a reanudarse y no se llegaba a ningún acuerdo, se hizo venir a un médico forense para que determinara la hora de la muerte.
Por desgracia, la medicina no es una ciencia exacta, y el médico sólo pudo determinar que Gregorio había muerto en torno al mediodía del viernes, con lo cual no se aclaraba si lo había hecho perteneciendo a Organización o a Planificación Estratégica, con el consiguiente vacío legal. Sólo se encontró una solución al problema: abrir una incidencia interna y esperar a que el asunto siguiera su curso.

A medida que fueron pasando los días, hubo nuevas incidencias, elaboración de informes, réplicas y correos electrónicos, reuniones de los Directores de departamento, una Reunión Extraordinaria del Comité de Dirección, discusiones subidas de tono y varios pleitos que se presentaron en los Juzgados correspondientes. Mientras, Gregorio seguía sentado en su mesa, provocando no pocas molestias a sus ex -compañeros de departamento (si es que el cambio había llegado a ser efectivo y Gregorio había muerto siendo personal de Planificación Estratégica).

Como el asunto no conseguía resolverse, se organizó una Asamblea General con el título “¿Qué hacer con Gregorio?” de la que salieron varios sesudos análisis, un acuerdo previo, varias líneas de actuación y un compromiso conjunto de los dos Departamentos. Pero como la implementación de los planes debía pasar primero con el Consejo y recibir el visto bueno de los sindicatos, no llegaron nunca a ponerse en marcha y acabaron olvidándose, a pesar del bonito power point que se elaboró con los resultados.

Si mi memoria no me falla, este año se convoca el 4º curso de verano “Muertes interdepartamentales: conflicto, crisis y posibles soluciones” que se organiza en colaboración con la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y que nos ha permitido contar con una gran presencia mediática. Si Gregorio aún sigue sentado en su silla y no ha conseguido reposar en paz, al menos debe sentirse orgulloso porque su caso nos ha generado una ingente publicidad gratuita y las ventas han aumentado un 10%, que no es moco de pavo en estos tiempos que corren…

martes, 24 de marzo de 2009

"The sweetest dream", de Doris Lessing


Doris Lessing afirmó que esta novela es una recreación de la época que tendría que haber recogido el tercer volumen de sus memorias, pero que la cercanía en el tiempo y el respeto por muchos de los implicados (ya que aún vivían y podrían haberse sentido ofendidos) le hizo desistir.
Sin embargo, eso no impide que muchos de ellos puedan sentirse reflejados en esta intensa saga familiar en que tres generaciones de mujeres ofrecen una severa y certera radiografía de la Inglaterra de los años 60-80. Tres son los personajes-guía: Julia, la suegra de origen alemán que renunció a su nacionalidad y a su historia al casarse con un inglés tras la I Guerra Mundial; Frances, la mujer de origen humilde casada con su hijo Johnny que tuvo que dejar atrás una prometedora carrera en el teatro para cuidar de sus hijos al ser abandonada, y Sylvia, la hija de Johnny fruto de un segundo matrimonio que acabará siendo cuidada también por Frances y Julia en la gran casa familiar.
Historias de renuncias y abandonos femeninos que conforman el entramado de una novela donde el sueño revolucionario del siglo XX adquiere su verdadera significación, y la decepción y los errores en nombre del progreso (simbolizados en el "camarada Johnny", siempre más preocupado por las grandes causas del Partido que por salvar a su familia a la deriva) ayudan a explicar nuestro presente ideológicamente confuso.

martes, 17 de marzo de 2009

I want to referee


Lo que son las cosas... Toda una vida dedicada a denigrar el deporte, a atacarlo en todas sus manifestaciones y formas, ¡y acabo de árbitro en el Campeonato de Futbolín Heineken!
Cuando empecé en el Departamento de Comunicación Interna, no me imaginaba que esto sería parte de mi cometido. Comunicación Interna tiene algo de secreto inconfesado, de susurros en un pasillo y cartas lacradas (sí, ya sé que mi visión del mundo es un poco novelesca, pero la KGB ha hecho mucho por toda una generación de lectores fantasiosos), y nada de eso es lo que me he encontrado. Ni sótano oscuro, ni documentación infinita, ni ropa gris y caras inexpresivas. ¡Nada de eso! ¡Qué equivocado estaba!
De hecho, cuando me comentaron que en breve íbamos a celebrar un Campeonato de Futbolín Heineken a nivel interno, me pareció una novatada de recluta hasta que vi llegar una enorme caja donde venía la mesa de futbolín. Han sido dos meses intensos de organización, planificación y coordinación, pero se puede decir que el resultado ha sido bastante satisfactorio.
Y sirva esta foto como prueba: no es que yo sea la alegría de la huerta (mi ironía no se presta mucho a labores de árbitro) pero se intenta estar a la altura de las circunstancias.

miércoles, 4 de marzo de 2009

"Destapa la felicidad", la nueva campaña de Coca-Cola

Las campañas de Coca-Cola siempre crean expectación. Y si esa campaña es además teaser, (aunque ya estemos un poco cansados de ellos) la expectación es aún más acuciante. Tras unas semanas bombardeados por el anuncio del encuentro, hemos podido ver cómo Josep visita a Aitana y le da un mensaje muy sencillo: estamos aquí para ser feliz o al menos intentarlo.

Personalmente, me ha parecido un bluff mayor que el de “Dónde quieres estar” del año pasado, con el que El Corte Inglés intentó vendernos su nueva agencia de viajes. Y voy a razonarlo.

Partamos de la siguiente premisa, comúnmente aceptada: “ya no somos un público inocente”. Demasiados años de televisión y cultura audiovisual nos han puesto en guardia, y ahora sólo podemos ser conquistados por el humor, el ingenio y las propuestas novedosas. Nunca me ha gustado el sentimentalismo; ni en cine, ni en literatura ni en publicidad. Es un recurso fácil, un poco zafio, que está en decadencia. (¿Acaso no recordamos la escena del “El Show de Truman” donde Ed Harris metía la música romántica de violines en la retransmisión para hacerla emotiva? Sin llegar a los extremos de Haneke, que no usa música en sus películas a excepción de algunas piezas clásicas que tienen una función dentro de la historia y nunca son “banda sonora”, creo que es preferible no utilizar un recurso tan trillado y hollywoodiense).

No quiero decir que no se pueda usar la emotividad sabiamente contenida. Las campañas del Atlético de Madrid son un ejemplo, aunque llega a cansar tanta campaña “bonita”, si entendemos la connotación de la palabra. Del mismo modo que hay películas “bonitas”, hay libros “bonitos” y anuncios “bonitos” de los que huyo como de la peste. Espero algo más de todos ellos, más allá de una sensación de bienestar y de comunión con el ser humano (especialmente cuando no son más que opio para el espíritu pequeño burgués que debe ser tranquilizado con unas palmaditas en la espalda; no buscan en realidad ningún tipo de catarsis, sólo dejar un buen sabor de boca, como un pastelito con la correcta proporción de azúcar).

Coca-Cola ha abandonado su “El lado Coca-Cola de la vida” por un nuevo “Destapa la felicidad” a nivel mundial. El mensaje sigue la línea del anterior, reforzando el optimismo y la importancia de disfrutar de los pequeños placeres. Pero frente a las campañas desarrolladas en EEUU (Avatar, Heist, Crave o Library) donde el humor y la imaginación son el elemento fundamental, McCann ha optado por un anuncio intimista, previsible, supuestamente metafísico, tierno, que puede puede ser resumido en una palabra: “bonito”.

Comprendo las razones de McCann para realizar esta campaña: época de crisis (el anuncio hace referencia a ello), necesidad de un mensaje positivo que nos anime, ausencia de elementos fantásticos para centrarse en la sobria realidad, idea de superación y optimismo a pesar de las dificultades. El briefing es claro. Pero el resultado no es el adecuado, a mi modo de ver. El anuncio no emociona a pesar de la música, a pesar de los trillados mensajes de “Hay que ser feliz”, “Disfruta los pequeños momentos”, a pesar de la pretendida emotividad de un encuentro real. La gente no quiere ver anuncios “bonitos”. La gente quiere olvidarse de que tiene que pagar la hipoteca, de que a lo mejor lo echan del trabajo, de que no llegan a fin de mes, de que no pueden permitirse unas vacaciones. Ya no somos inocentes, no basta que no digan verdades de Perogrullo. Sí, hay que ser feliz, y ni siquiera tenemos dinero para plantearnos tener un hijo. Queremos que nos hagan olvidar los problemas, no que nos digan que todo se va a solucionar como por arte de magia. ¿Va Coca-Cola a pagar mis facturas? ¿Están los directivos de Coca-Cola realmente preocupados por la gente? ¡Ja! El cinismo de McCann me insulta. Coca-Cola vende magia, no es un anuncio del sorteo de Navidad o de la ONCE, y lo que espero de su publicidad es que me divierta, que me haga reír, que me asombre la inteligencia de su propuesta y que me parezca lo suficientemente interesante como para no cambiar de cadena cuando vea el anuncio por segunda vez, algo que estoy haciendo con su nueva campaña “Encuentro”. Por favor, que no intenten vendernos la moto, que no está el horno para bollos. Que todo el despliegue montado sólo ha servido para que concluyera, tras ver el anuncio: “¿Y todo para esto?”