lunes, 13 de agosto de 2012

¿"The artist" o "La invención de Hugo"? (y II)

Definitivamente, me quedo con La invención de Hugo. Porque para hacer una película de homenaje al cine mudo no es necesario valerse de los procedimientos técnicos de la época, si no que es mucho más inteligente aprovecharse de los recursos que el cine digital nos ofrece.

La escena inicial, en la que entramos en la estación de Montparnasse con un largo plano aéreo que nos lleva por los andenes hasta el interior del reloj donde está Hugo no podría haberse hecho con grúas ni con procedimientos tradicionales, ni el posterior paseo por el interior de las maquinarias. El 3D está empleado aquí para ofrecernos la oportunidad de visitar el interior de una estación que ya no existe, recreada con todo lujo de detalles y una fidelidad asombrosa. Tal y como James Cameron ha declarado, La invención de Hugo hace un uso de los efectos del 3D mucho más efectivo y con mayor sentido que su propio Avatar, porque de eso se trata la película: de ofrecernos magia.

El cine ha sabido ofrecer a lo largo de su existencia, además de grandes historias, un espectáculo asombroso: el color, el cinemascope, los efectos especiales... Todos esos elementos sirven para crear un mundo de ilusión del que aceptamos voluntariamente sus premisas y en el que nos sumergimos cuando entramos en una sala a oscuras. El cine puede ser arte, puede ser reflexión, critica social, revolución, pero ante todo, y no debemos olvidarlo, nació como diversión. Esta película nos ilustra sobre esos comienzos fantásticos, la novedad que supuso ver el tren entrar en la estación y la reacción de terror que provocó en los espectadores. No es inocente el comienzo de Hugo, pues esa larga toma inicial nos transforma a nosotros en ese tren que, en tres dimensiones, penetra en la estación y nos lleva en un recorrido inimaginable por las entrañas del edificio: una película que cuenta la historia de Georges Méliès, el mayor mago que dio el cine, transforma al espectador en parte del truco. Ya no somos los tímidos curiosos que vieron La llegada de un tren a la estación de La Ciotat y creyeron que el tren saldría de la pantalla, sino que ahora queremos el espectáculo multimedia. Y esta película lo consigue.

La invención de Hugo, a pesar de ser una película infantil, trasciende los límites de su género (como ocurre con las magníficas producciones de Pixar) para contarnos algo más que un cuento. El homenaje al cine mudo y a su inocente encanto es una excusa para hablar del paso del tiempo, la imposibilidad de recuperar el tiempo perdido y la fugacidad de la juventud. Si bien The artist se centra en el segundo momento de crisis del cine (el paso del mudo al sonoro), La invención de Hugo vuelve la vista atrás (y además con cierta perspectiva, pues la acción no es contemporánea a las películas de Méliès) a su primera crisis: la transformación que supuso el espectáculo y la novedad de barraca de feria en una industria, en un Trust gobernado por el siempre polémico Edison que convirtió el cine en negocio. Méliès fue un soñador que pensó que podría luchar contra el mercado y las imposiciones de la Motion Picture Patents Company y que se equivocó en sus planteamientos comerciales al intentar oponerse al naciente sistema de producción. Pero más que nada, fue ingenuo al pensar que sus películas seguirían gustando eternamente a un público que poco a poco fue madurando como espectador y prefiendo historias más reales y convencionales.

De eso precisamente trata la fábula de Scorsese, de la tristeza de Méliès al descubrir que su mundo era ya del pasado; por muchos homenajes finales que recibiera, sus películas eran contempladas con los ojos reticentes de un publico que en el fondo sonreía ante la simplicidad naïf de sus postulados estéticos. Hoy en día, su cine se ve como una curiosidad anecdótica, una rareza de los orígenes del cine que puede interesar a estudiosos o cinéfilos, pero que no puede esperar el beneplácito del público mayoritario. Es como un cuento infantil que nos apasionó siendo niños y que cuando volvemos a él de adultos lo contemplamos con cierta indredulidad: ¿este fue el libro que tanto me gustó? ¿Yo leí y releí este libro hasta la saciedad? El poder de la recreación (y de la mitificación) pasa siempre por el filtro del olvido. Y deja una pesada tristeza reconocer que ese libro no se correponde a la imagen ideal que de él hemos construido, como tampoco el cine de Méliès puede satisfacer nuestras ansias de magia pasada cierta edad (y actualmente, a pocos niños podría convencer).  

Por eso insiste Scorsese en las imágenes de las películas de Méliès, que se repiten varias veces a lo largo del metraje (insistencia que se hace pesada según algunos críticos). Pero esa insistencia se hace para recordarnos ese hechizo perdido, esa espectacularidad que en un cine con 3D tiene más poder de convicción que en las pantallas planas de casa; y es también una forma de recordarnos el amor por ese cine que vimos de niños puede servirnos para transmitir nosotros esa misma pasión, como Hugo con las películas de Méliès vistas con su padre.

Scorsese decidió hacer esta película porque "quería rodar algo que pudiese ver mi hija" y fue precisamente su hija de doce años quien leyó el libro y se lo recomendó a su padre para adaptarlo.  Tal y como afirma en una entrevista, en la película "el cine es la conexión que une todos los elementos, la máquina que se convierte en el nexo emocional entre el niño, su padre, Méliès y su familia". ¿No está haciendo él lo mismo con esta pelicula y su hija? Es una historia de padres e hijos, aunque sean padres ausentes. Del mismo modo que el padre de Hugo le contagia al niño la atracción por Méliès, Scorsese está haciendo lo mismo con su hija y con ese fantástico universo cinematográfico en el que todo era posible y las ilusiones de un hombre (ilusiones en los dos sentidos de la palabra) podían conseguir cualquier cosa.

En ese sentido The artist no consigue alcanzar la trascendencia de La invención de Hugo, de la que salimos con el corazón encogido soñando cómo habrían sido nuestras vidas si hubiésemos visto esas películas al ser críos.