La gata se está limpiando, sentada en el sofá. Escucho música - Richard Strauss de fondo - mientras ordeno el ordenador (qué paradoja) y comienzo a corregir exámenes. En media hora me vestiré para ir a una boda. Es uno de esos momentos.
Como en la canción, hoy voy a pasármelo bien (aunque sin huevos en mi sartén). Y eso que no me gustan las bodas. Pero estoy in the mood. No sé por qué. Será el café, será levantarse temprano y mirar la calle desierta por la ventana. Será la tranquilidad. Me embutiré en el chaqué, me disfrazaré de persona decente y sonreiré a todos los que me encuentre. Porque también es un día de encuentros. Hay que dejar que las fichas se muevan por el tablero y ver cómo avanzan los peones. Va a ser un día largo. Y muy productivo. Uno de esos días que hay que guardar en la nevera - en cuarentena - antes de escribir sobre ellos. Porque habrá mucho que escribir, aunque sólo sea para uso personal. Uno también posee su intimidad aunque tenga blog. O quizás lo tiene precisamente por eso.
La novela avanza. Magritte está dormido y Ernst comienza a despertar. Duelo en el OK Corral. Me gustan los puntos muertos. Y disculpen que me levanten. Me tengo que vestir. Get me to the church on time!
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