viernes, 25 de abril de 2008

Llamada a casa


Su padre siempre había preferido ahorrarle sufrimientos. Cuando Claudia tenía 5 años y aquel coche atropelló a Sultán, su padre le dijo que su perro había conocido a una perrita y que se había ido para fundar su propia familia.


Para él, todo estaba bien: nunca había malas noticias ni muertes. Claudia se enteró de la enfermedad de su abuela por un amigo de la familia, y del desgraciado accidente de su madre por una vecina. Su padre nunca habló del tema.


Por eso, cuando Claudia se fue de Erasmus en 4º y su padre empezó a sentirse mal, jamás sospechó lo que estaba ocurriendo. Al hablar por teléfono, su padre bromeaba y ocultaba con risas los dolores y los calambres. Claudia nunca descubrió el engaño, ni siquiera cuando su padre falleció. Porque para librarla del mal trago, seguía cogiéndole el teléfono y hablaban durante horas, haciendo planes para cuando ella volviera a finales de mayo.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Que miedo! Añadiré el teléfono a mi lista de objetos terroríficos. Un besico

Unknown dijo...

¿Qué es esto? ¿Dónde continua? Quiero más

Anónimo dijo...

Soy Joaquín.
Estaba leyendo entradas antigüas de tu blog, que se me han pasado y esto, en concreto... me ha encantado, me parece genial.