miércoles, 5 de febrero de 2014

"Una lectora nada común" de Alan Bennett


Había visto este libro varias veces en las librerías, reseñado en algunas revistas, pero nunca me había tomado la molestia de hojearlo; de haberlo hecho antes, es muy posible que hubiera escrito esta humilde crítica mucho antes, pues ha sido coger el libro y no soltarlo hasta terminar sus escasas cien páginas, pues desde la primera, donde la pequeña conversación sobre Genet y el primer ministro francés establece el tono de toda la obra, la historia atrapa con su ingeniosa suposición: ¿qué pasaría si la Reina de Inglaterra se convirtiera en la lectora voraz pasados los setenta años?

El día que los perros de su Majestad se escapan al jardín coincide con la llegada al Palacio de la Biblioteca Ambulante de Buckingham, que visita el recinto todos los miércoles, lo que provoca la inesperada visita de la Reina al vehículo. Lo que comienza siendo una trivial anécdota acaba transformándose en una naciente pasión por la lectura, en la que será guiada por un joven miembro del servicio, Norman, un chico desgarbado y poco atractivo, que pasará de las cocinas a la antecámara de la Reina, ocupando una posición incómoda dentro del rígido statu quo del protocolo palaciego.

Esta pequeña fábula de Bennett (fábula en su sentido más narratológico del término) es una nouvelle con un gran sentido del humor que tras su aparente simplicidad esconde una reflexión muy inteligente sobre los hábitos lectores, la evolución y transformación de nuestras lecturas a medida que maduramos y la consecuencia lógica de todo proceso receptivo: la formulación de una respuesta. 

Más allá de los chistes literarios que contiene (irónicos y sutiles en algunos casos, como el destino de los libros - autores - en manos de los perros) el libro también es una invitación a la lectura, hábito (o vicio) para el que nunca se es demasiado mayor, como nos testimonia la propia Reina; aunque la historia no sea más que una ficción (proverbial es la indiferencia de la Reina de Inglaterra por los libros, a no ser que sean sobre caballos) Bennett ha construido un artefacto (como él mismo define a la literatura en la obra) muy efectivo, un cuento entretenido e iluminador sobre el poder de la "república de las letras", mundo mucho más libre y democrático que el encorsetado y rígido de la Monarquía del que la protagonista acabará desvinculándose. ¿Y cómo? Para eso será necesario leer el libro...

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