martes, 4 de diciembre de 2007

La señora Florentin


La señora Florentin vivía en el número cuatro de Cité de Trévise, en un estudio de 15 metros cuadrados que integraba cocina, (oculta tras una puerta corredera), dormitorio (una simple cama detrás de un biombo) y salón (reducido a un sillón y una mesa). El aseo, afortunadamente, y el plato de ducha, ocupaban una pequeña habitación adyacente. La señora Florentin dedicada el 60% de su sueldo a pagar el alquiler de su vivienda.
La señora Florentin trabajaba de secretaria en las oficinas de las Galerías Lafayette, con lo cual tenía la suerte de vivir muy cerca de su trabajo. Trabajaba de lunes a viernes de ocho a cinco, con un descanso para comer a la una. A esa hora, la señora Florentin salía de las oficinas y almorzaba en una pequeña cafetería de la calle de Provence, donde siempre pedía sopa de cebolla y pescado. Al terminar de comer, la señora Florentin se tomaba un café y se fumaba un cigarrillo, antes de volver al trabajo. Nunca comía con nadie.
La señora Florentin no era una persona inquieta ni con demasiadas distracciones. Comía poco, no bebía, no le preocupaba vestir de una forma u otra, no leía, no le gustaba el cine ni el teatro, no le agradaba trasnochar, ni viajar tampoco. Ahorraba siempre el 20% de su sueldo, y lo que le quedaba, era suficiente para cubrir todos sus gastos, exiguos por otra parte. La señora Florentin era feliz.
Cuando llegaba a su casa después del trabajo, la señora Florentin se sentaba en su sillón y se dedicaba a observar la ciudad a través de su minúscula ventana, o lo que podía observar de ella, mientras fumaba. Le encantaba ver a la gente pasar e imaginar sus vidas y preocupaciones: era un hábito inocente que no hacía daño a nadie y que a la señora Florentin le servía de entretenimiento. Los fines de semana, la señora Florentin no hacía nada. Compraba algo en el supermercado y se quedaba allí dentro los dos días, con alguna salida ocasional para tomar un café después de comer. La señora Florentin era en realidad la señorita Florentin, pero como aparentaba más edad de la que en realidad tenía, y nunca había desmentido el tratamiento con que se dirigían a ella, para todos siempre fue la señora Florentin. Su jefe incluso le daba a veces recuerdos para su marido.
Cuando la señora Florentin murió, tardaron tres días en encontrarla. De no haber sido por su proverbial puntualidad y su seriedad, los compañeros de trabajo no se habrían alarmado, y no habrían llamado por teléfono a su casa. Pero la señora Florentin no cogía el teléfono. Así que después de dos días de insistencia, un mozo y una compañera con la que coincidía en el ascensor de las Galerías se acercaron a su casa. Fueron ellos los que descubrieron el cadáver.
La señora Florentin murió de un infarto. No sufrió en el tránsito porque dormía cuando le sobrevino el ataque. Junto a su cama había un cenicero lleno de colillas. Su seguro de vida se ocupó de todo. Ahora, la casa de la señora Florentin está vacía, a la espera de que se averigüe si existen herederos que recojan sus escasas pertenencias, una vez hecho público que no existió ni existe el señor Florentin ni similares.
Si uno entra en la casa de la señora Florentin, le llamarán la atención dos cosas: en primer lugar, el olor. Olor a tabaco rancio, a quemado, a colilla en descomposición, y que por mucho que se ventilen los 15 metros cuadrados, no termina de desaparecer. Y en segundo lugar, el color de las paredes. Algún día fueron blancas, pero los años las han cubierto con la pátina amarillenta y aceitosa del humo, el humo de los miles de cigarrillos que la señora Florentin fumó allí dentro, miles de cigarrillos que consumió mientras ella misma se consumía en cada lenta calada mirando por la ventana.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Una historia muy triste, seguro que la pobre se está quemando en el infierno pq vivir en París y no preocuparse por cómo iba vestida es PECADO MOOORTAL.
Pd. Sigues dándome miedo ...

Anónimo dijo...

Miedo daba la casa de la Florentin...

Anónimo dijo...

Vaya, vaya, haces que me lo piense antes de encenderme el cigarrillo de después de comer....