martes, 4 de diciembre de 2007

Sólo es un nombre



-Es sólo un nombre, no debes preocuparte.
-No, si yo no me preocupo, Leticia... Es sólo que... ¿de verdad crees que es una buena idea?
Ella resopló y siguió planchando.
-Mario, hemos hablado sobre esto cientos de veces.
-Ya lo sé.
-Cuando nació Hortensia yo no protesté. Querías que la niña se llamara como tu madre, y no me opuse. ¿Dije yo algo?
-No.
-Y eso que te había dicho muchas veces que no me parecía un nombre muy apropiado para una niña pequeña, que era nombre de abuela, de persona mayor.
-Sí, cariño, ya lo sé...
-No dije esta boca es mía. Acepté tu decisión y desde el primer día la niña fue "Hortensia". Sólo te puse una condición, una sola condición, ¿recuerdas?
Mario agachó la mirada, vencido por el razonamiento de su mujer.
-Sí. Que tú elegirías el nombre del siguiente.
Leticia dejó la plancha sobre la tabla y se puso en jarras, muy sonriente, disfrutando de su triunfo:
-¿Entonces?
-No sé, Leticia... No me parece un buen augurio.
-¿Un buen augurio?
-Fíjate en el caso de Hortensia, tú misma lo has dicho: es un nombre de persona mayor. ¿Y qué ha pasado con la niña? Le encanta pasarse las horas muertas haciendo encajes de bolillos. Le gusta vestirse de negro y llevar moño. Habla como una vieja. ¿Has oído las cosas que dice? "¡Cómo está la juventud!" "¡Dónde vamos a parar!" "¡Con lo bien que estábamos con nuestras pesetas!" Por favor, Hortensia, no es normal...
-Eso no es culpa de la niña, ya lo sabes. Pasa demasiado tiempo con tu madre. Claro, como le pusiste su nombre, y ella no tenía hijas, pues la mujer se ilusionó y se volcó en la nieta.
-Leticia, ¡pero si mi madre jamás ha vestido de negro! Y ella es la que está más asustada con todo esto. Por más que le dice a la niña que salga a jugar con las otras niñas, ella no le hace caso y prefiere quedarse para aprender a almidonar camisas. ¿Te parece normal? Sólo tiene seis años, y ya está hablando de comprarse una parcela en el cementerio, "por lo que pueda pasar". ¿No crees que es para preocuparse?
-Tu madre está detrás de todo esto, Mario, sólo que tú no tienes malicia ninguna y te mangonea como quiere. ¡Es ella la que tendría que ir pensando en lo que podría pasar! Acusar a la niña, qué fácil...Tu madre es quien le mete esas ideas absurdas en la cabeza.
-¡Por favor, Leticia! Si ayer mismo le escuché a tu hija decir: "¡Con lo bien que vivíamos con Franco!" ¿Se lo habrá oído a mi madre, que es más roja que la Pasionaria?
-Habrá sido cualquiera de esas viejas que van a hacer punto con tu madre, que son todas viudas de militares... Que también tu madre se junta con una gente...
-Leticia, ¿no ves lo que quiero decir con todo esto? Si te estoy dando la razón... Tú decías que Hortensia era un nombre de persona mayor, de abuela, y así ha sido: la niña ha resultado ser una vieja. ¿No te das cuenta? No es sólo un nombre... Es algo que la ha marcado, algo que la va a condicionar por el resto de su vida. Ser Hortensia no es lo mismo que ser Clara, o Laura, o Irene. ¿No comprendes? Por eso no es un buen augurio llamar al niño Luzbel, no, no, no lo es.

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