miércoles, 15 de mayo de 2013

"Ich bin der Welt abhanden gekommen" de Mahler


"Ich bin der Welt abhanden gekommen" es el Lied más famoso del ciclo Rückert-Lieder de Gustav Mahler, y sin duda alguna, es uno de los que más éxitos han cosechado en el repertorio. Tal y como Henry-Louis de la Grange afirma es el "más profundamente sentido y el más autobiográfico", y guarda evidentes concomitancias con el Adagietto de la Quinta Sinfonía, compuesto por la misma época. El contenido expresivo es similar,  así como la meditación etérea, y su emoción contenida, sutil, explica en parte la fama justificada del Lied.

Como todos los Lieder del ciclo, el texto pertenece a un poema de Friedrich Rückert, poeta alemán del siglo XIX que sirvió de inspiración a numerosos compositores, como es el caso de Schubert, Schumann, Brahms, Richard Strauss o Hugo Wolf, por poner algunos ejemplos. Para comprender hasta qué punto era autobiográfico, es necesario entender el significado del texto original:

Ich bin der Welt abhanden gekommen,                         He abandonado el mundo

Mit der ich sonst viele Zeit verdorben,                          en el que malgasté mucho tiempo,

Sie hat so lange nichts von mir vernommen,                 hace tanto que no se habla de mí

Sie mag wohl glauben, ich sei gestorben!                     ¡que muy bien pueden creer que he muerto!


Es ist mir auch gar nichts daran gelegen,                      Y muy poco me importa

Ob sie mich für gestorben hält,                                    que me crean muerto;

Ich kann auch gar nichts sagen dagegen,                      no puedo decir nada en contra

Denn wirklich bin ich gestorben der Welt.                    pues ciertamente estoy muerto para el mundo.

Ich bin gestorben dem Weltgetümmel,                         ¡Estoy muerto para el bullicioso mundo
Und ruh' in einem stillen Gebiet!                                  y reposo en un lugar tranquilo!


Ich leb' allein in meinem Himmel,                                ¡Vivo solo en mi cielo,

In meinem Lieben, in meinem Lied!                             en mi amor, en mi canción!


En 1901, año de composición del ciclo de canciones, Mahler trabajaba como director de la Ópera de Viena. Aunque retrospectivamente se vea aquel período como fundamental para la modernización del teatro (Mahler introdujo grandes novedades en la organización y administración y estrenó en Viena las óperas de Tchaikovsky y Puccini, alterando el tradicional inmovilismo vienés), lo cierto fue que la etapa fue dura para el músico, que vivió una campaña antisemita y acabó renunciando el puesto por un favorable contrato del Metropolitan de Nueva York en 1907. Además, su condición de compositor estaba a principios de siglo en un segundo plano, oprimida por su labor como director musical, cuando constituía la verdadera pasión de Mahler (compárese con el caso de Richard Strauss, compositor con el que siempre mantuvo una relación de amor-odio, que en cambio sí contó con el favor del público desde el comienzo de su carrera y pudo centrarse en la composición). Durante la temporada operística Mahler era incapaz de componer pues no tenía tiempo libre para dedicarse a ello, lo que constituía un continuo sufrimiento. 

Con la llegada del verano, la familia se trasladaba a la aldea de Maiernigg, donde tenían una villa y una pequeña "cabaña de composición" y entonces decansaban del largo invierno y Mahler se entregaba frenéticamente a la composición. Al igual que Thoreau, al igual que Wittgenstein, al igual que Heidegger, Mahler tenía una cabaña en el bosque para pensar, para componer, un espacio privado para crear alejado de todos. Actualmente, la cabaña se ha convertido en un pequeño museo que se puede visitar. En este diminuto espacio, escribió Mahler gran partes de sus Lieder y las Quinta, Sexta, Séptima y Octava Sinfonías.


Debemos por tanto entender el contexto: el "lugar tranquilo" al que hace refencia el Lied es esa cabaña en el bosque, a orilla del Wörthsee, donde el músico se esconde para componer. El mundo lo ha olvidado, parece ignorar esa labor creativa pues prefieren considerar solo al Mahler "director". Al músico le da igual lo que los demás puedan pensar. Él se ha alejado del mundo (el tópico de "la descansada vida") y es feliz con la naturaleza que lo rodea ("el cielo"), su mujer y sus hijas ("mi amor") y por último, en una sutil coda final tras repetir por dos veces el amor ("in meinem Leiben"), su música ("mi canción"), cuya posición final no es gratuita. 

El tono elegíaco, extático, es emotivo pero no melancólico. Mahler no está sufriendo por la ignorancia del mundo; al contrario, es feliz en su rincón, acompañado por las cosas que ama. Mientras le dejen espacio (y tiempo) para la composición, estará satisfecho. Mientras le quede la música, mientras pueda crear, la vida para él seguirá teniendo sentido.   

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