lunes, 26 de agosto de 2013

Jean-Luc Godard - Le mépris (1963)


Le mépris (El desprecio) es una de las películas más famosas de Godard, basada con cierta libertad en el libro de Alberto Moravia. El film cuenta la historia de Paul (Michel Piccoli), un dramaturgo que es contratado por Prokosch, un productor americano (Jack Palance), para que reescriba el guión de La Odisea, película que Fritz Lang está rodando y que no cuenta con el visto bueno del pragmático productor. La deteriorada relación del escritor con su mujer Camille (Brigitte Bardot) llega a su fin en medio de este proceso, donde la presencia del playboy americano también forma parte del conflicto.
 
Mucho se ha escrito sobre este clásico de la Nouvelle Vague que marca un punto de inflexión en la filmografía de Godard, abriendo el camino para la experimentación de los llamados "años Mao" tras La Chinoise y Week-end, que dirigirá cuatro años después. Toda la película se articula en torno al número tres; se puede dividir en tres actos bien diferenciados (el primero discurre en el estudio de Cinecittà donde se rueda La Odisea; el segundo, la magnífica escena en el apartamento donde el espacio juega un papel fundamental, y el tercero, en la isla de Capri). Tres colores dominan el cromatismo de la película: azul, rojo y blanco (la bandera de Francia y también la de Estados Unidos, como se ha comentado en varias ocasiones). Los colores juegan un papel simbólico en la historia: el azul del mar es también el color de los ojos de Poseidón, escultura que aparece repetidas veces a lo largo de la historia; el rojo es el color de los ojos de Marte, y también el color del sofá y las butacas del apartamento, y cómo no, del Alfa Romeo de Jack Palance: la pasión, los impulsos viscerales, la energeia.  Frente a esto, el blanco que sirve de fondo en el apartamento de Roma y también en la villa Malaparte, representación del vacío, de la falta de significación. El azul, en cambio, es la paz, el descanso eterno: la muerte. No en vano Poseidón estaba enfrentado a Ulises y evitó en la medida de lo posible su vuelta a casa.

Existe un triángulo amoroso (Paul - Camille - Prokosch) que se reflejan en la tríada Ulises - Penélope - sus pretendientes, que a su vez poseen una identificación con tres divinidades: Poseidón, Minerva y Marte, que aparecen al comienzo de la película en las escenas de La Odisea. También son tres las separaciones de Paul y Camille, huidas que presagian la separación final, como también tres son las etapas en la larga discusión que constituye el núcleo de la película. Sin lugar a dudas es dicha escena lo más destacado de Le mépris, como el mismísimo Fritz Lang afirma en la larga conversación que constituye el documental El dinosaurio y el bebé o como testimonian diversos estudios y artículos sobre la escena, como el fantástico artículo que analiza la interacción del espacio del apartamento y la relación de la pareja publicado en la revista sobre arquitectura Interiors, de la que se extrae la siguiente ilustración:

  

En el artículo se estudia detenidamente el movimiento de los dos protagonistas por el espacio del apartamento, que deviene en claustrofóbico encierro a medida que la escena se alarga y se repite una y otra vez la confrontación entre los dos. Godard supo dirigir de manera sublime la improvisación en una escena en la que, pese a la libertad dada a los actores, todo está medido hasta el último detalle: la posición de la cámara en cada momento, los encuadres, la ubicación de los actores a medida que se alejan el uno del otro, la interacción con los objetos... Todo son elementos elocuentes para un creador que afirma que todo cuanto acontece en el film sucede por alguna razón: los movimientos de cámara, los muebles que aparecen, incluso los silencios.  

Aunque hayan transcurrido ya cincuenta años, Le mépris sigue siendo una obra moderna que sorprende por lo visionario de su montaje, la inteligencia de su dirección y la extraordinaria actuación de sus protagonistas. El misterio de la ruptura entre Paul y Camille sigue vigente y sus interrogantes continúan inquietando a cualquier nuevo espectador de este clásico del cine. 


No hay comentarios: