lunes, 16 de agosto de 2010

"Origen" de Christopher Nolan


Desde su primer cortometraje, Doodlebug, Nolan ha mostrado su interés y su inclinación por la mise en abyme. Esta figura retórica, que literalmente significa "puesta en abismo" hace referencia a las historias dentro de historias, a la manera de cajas chinas o muñecas rusas. Lo que en su primer cortometraje es un simple juego (el hombre que persigue al bicho), a medida que avanza en su carrera está cada vez más justificado por el contenido. Following profundiza en esta idea, y no deja de resultar irónico si se analiza en comparación con su primer corto (y no digo nada más para que aquellos que no hayan visto ni una ni otro). Memento es el ejemplo clásico de montaje al servicio de la historia, y al igual que Origen, cuando uno sale del cine, no sabe con qué interpretación quedarse: ¿Había matado Leonard ya al asesino de su esposa? ¿Existió realmente Sammy y su esposa diabética? ¿Había inventado Leonard toda la historia?

Las películas de Nolan son siempre una apuesta segura. En ellas recurre a sus obsesiones personales, que se repiten de película en película, y presenta un discurso complejo y ambiguo, lo que da mayor riqueza a la interpretación. Son "sugerentes", en el sentido más literal del término. Origen, que crea todo un mundo increíble de manipulación, me hace dar rienda suelta a mi imaginación y reinterpretar muchos de los acontecimientos vividos en mis sueños. ¿Quién no ha soñado alguna vez con su padre, o un amigo, pero que en el sueño tenía otra cara, y aún así sabíamos que era él? ¿No sería quizás alguien que intentaba usurpar su identidad para sonsacarnos algo? ¿No nos hemos despertado a veces inquietos, angustiados, sin saber qué nos ha provocado esa sensación y sin poder recordar lo que hemos soñado? Pero más allá de estas ensoñaciones sugestivas, me ha gustado Origen por dos razones: porque no sabemos si al final cae el trompo y porque es más difícil hacer una inception que una extraction.

La discusión sobre si toda la película es un sueño de Cobb o si por el contrario el final supone una vuelta a la realidad me resulta insustancial. Algunos de mis amigos se han visto involucrados en acaloradas polémicas sobre una interpretación u otra, alegando una escena u otra (cuando Cobb sale del sueño en Mombasa y se lava la cara en el baño, usa el trompo pero no se llega a ver si cae o no; los dos niños aparecen en la misma postura en la escena del recuerdo que se repite insistentemente y al final de la película, lo que resulta un poco artificial - ¿simple decisión estética del director, o constatación de que en realidad sigue estando dentro del sueño? - Nada impide tampoco imaginar que Cobb puede soñar que está en la realidad y por eso el trompo cae...) La lista es interminable, pero no creo que sea necesario llegar a tanto; Origen no es un "whodunit" al uso donde las piezas deben encajar para hallar al culpable y que el espectador debe recolectar y repasar minuciosamente, y donde las fisuras son como trofeos que los diseccionadores colocan en la sección de fallos del imdb. Origen es mucho más que eso. ¿Qué vemos al final de la película? Que Cobb ha vuelto casa, que está en paz y es feliz después de haberse perdonado por lo que hizo. Sea real esa vuelta a casa, o sea todo un sueño, es un buen final donde el conflicto se ha resuelto. ¿Qué nos importa saber si está despierto o dormido si por fin puede ver a sus hijos? Nuestras vidas son así; ¿qué me importa si estoy en la cueva y todo son reflejos y sombras? Yo no lo sé, y por tanto no me incumbe descubrir si existe una realidad superior. Distinto sería si Cobb supiera que en el fondo todo no es más que un sueño y lo aceptara; ¿por qué hace girar el trompo y luego lo abandona? Podréis decir: es que al ver a sus hijos sale corriendo por la emoción. Sí, pero también lo hace porque en el fondo le da igual; no quiere saber si está despierto o dormido. Es feliz, puede ver sus caras y eso le basta.

Podría también hablar de la desafortunada traducción del título ("origen" desorienta mucho, porque aunque es sinónimo de "inception" en inglés, no posee el matiz de "acción y efecto de" que sí tiene extracción, el otro concepto clave de la cinta), pero prefiero hablar de ambos procesos, extracción e "incepción", (permítaseme el neologismo) que sustentan toda la historia. Ya he comentado al principio que me encanta la idea de que la extracción sea más fácil que la incepción, (además, de no ser así, no habría película); pero me gusta por una razón subjetiva al máximo: la creación es más complicada que la destrucción. Ya sé que parece una verdad de perogrullo, pero es mucho más fácil tomar algo de la cabeza de alguien (acción pasiva), que introducir algo en su interior para que germine (acción activa). El proceso de la incepción se parece mucho a la labor creativa: se parte de una noción básica, sencilla, para a partir de ella alimentar la idea hasta convertirla en un proyecto complejo, en un plan de vida, en una firme resolución. Frente a eso, destrozar el portátil de un diseñador, o quemar una biblioteca de incunables, o bombardear Sarajevo se resuelve en un minuto, con todas sus dramáticas consecuencias. Nada lo resume mejor que las palabras de la madre en Bodas de sangre: "Por eso es tan terrible ver la sangre de una derramada por el suelo. Una fuente que corre un minuto y a nosotros nos ha costado años".

Para rizar más el rizo, (nunca mejor dicho), acabo de leer que Hans Zimmer, para la composición de la banda sonora (segura candidata al Oscar de este año) se leyó Gödel, Escher, Bach, de Hofstadter para inspirarse. El ensayo, premio Pulitzer en 1980, trata sobre matemáticas, perspectiva y música, y es uno de mis libros de cabecera (no en vano estoy obsesionado con los bucles y las bandas de Moebius). Un motivo más para considerar que Origen, a pesar de todo lo que se pueda alegar, es una de las mejores películas que he visto en años, y que me reafirma en mi convencimiento de que Nolan tiene aún mucho que ofrecer.

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